El cementerio más grande de Arequipa
se levanta sobre 130 mil metros cuadrados y es considerado Patrimonio
Histórico Cultural de la Ciudad Blanca, porque en este campo santo están
enterrados personajes que forjaron la historia arequipeña.
En
sus 163 años de funcionamiento, en La Apacheta se han sepultado unas 200
mil personas tanto en nichos que forman parte de los pabellones,
imponentes mausoleos o bajo tierra.
La Apacheta es celoso guardián
de las tumbas del poeta Mariano Melgar y su amada Silvia, el músico
Luis Duncker Lavalle, Juan Manuel Polar, Pedro P. Díaz y otros ilustres
personajes que forman parte de la historia de Arequipa.
Seguramente
muchas personas pasaron por el cementerio de los judíos sin saberlo,
pero les llamó la atención por la forma y distribución de las tumbas, la
antigüedad y sobre todo la zona árida, por cuanto no poseen flores y
están rodeadas de tierra sin nada de vegetación.
Asimismo, en una
zona prácticamente oculta se encuentra el pabellón de los excomulgados
hoy llamado cementerio civil, donde se sepultaban a las personas que se
suicidaban y de acuerdo a las creencias católicas no son recibidos por
Dios, por lo tanto tenían que estar separadas del resto de difuntos.
La
Beneficencia Pública de Arequipa busca que este cementerio sea
integrado a la Red Latinoamericana de Cementerios- Museos y sea
declarado Patrimonio de la Nación, para ello inició trabajos de
reforestación y mejoramiento, así como visitas en noches de luna llena
para promocionarlo a nivel nacional.
Creado en 1848, este
cementerio arequipeño solo tiene una vida útil de 10 años, anuncio que
ocasionó la compra de nichos en vida, llegando a incrementar hasta en
400% la compra de un lugar donde descansar en paz.
Tumba más visitada
La
tumba más visitada de este cementerio es la de Víctor Apaza considerado
como un santo popular al que la gente le atribuye milagros.
Al
pie de su tumba se puede apreciar, sobre todo en la celebración de Todos
los Santos, gran cantidad de ramos de flores, coronas de papel y tela,
velas encendidas y otros objetos que la gente le deja para pedirle un
milagro.
Para tocar su lápida y pedirle el favor deseado la gente
hace fila y ora, mientras que los comerciantes venden folletos de su
vida, porque es considerado un “santo popular” , a pesar que fue
fusilado por haber asesinado a su esposa.
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